domingo, 23 de noviembre de 2008

BARRIO TOPACIO - CRÓNICA

UNA TARDE DE FUTBOL Y CHONTADURO EN EL TOPACIO


Bajo una tarde soleada de octubre y el olor a chontaduro a mil que poco a poco inunda la cuadra, se encuentra la muy arenosa y empedrada cancha de fútbol. Leo el policía loco del barrio merodea la cuadra de lado a lado, como previniendo la llegada de intrusos.

Eran siete pequeños y traviesos futbolistas, acompañados por la figura un tanto robusta de “Don chelo”, no es un pequeño, pero al igual que los niños ama el fútbol. Para muestra de ello le ha entregado 16 de sus sesenta y algo años de vida a la coordinación deportiva de su barrio el Topacio.

El chelo como lo conocen todos, más que entrenador de fútbol parece un abuelito regañón, sin embargo como dice el dicho popular, “las apariencias engaña”, y donde chelo con todo y cara de gruñón, es el entrenador insignia de los equipos de fútbol del Alberto Castilla, institución educativa del barrio.

De un momento a otro comienzan los gritos, “a mil lleve el chontaduro a mil, cocinado y pelado a mil, chontaduro a mil…”, pero la gente parece no inmutarse, al parecer a nadie se le antojaba el chontaduro.

Con ese calor la gente preferiría una limonada y así sucedió, Andrés Felipe, “tengo sed don chelo ya vengo voy a la tienda y se marcho”.La practica que más parecía un juego, ya que por la llegada imprevista de un par de sujetos, la atención de don chelo se desvió del balón y sus pupilos sus pupilos se desordenaron.

Con una limonada de 100 en su boca llego Andrés Felipe y junto a él, el pequeño Javier. Los dos estaban acalorados y asombrados por las cámaras y la grabadora, Andrés Felipe pensó en que saldría de portada en algún periódico y dejo ver el lado más posudo que puede tener un niño de 10 años.

“Don chelo” por su parte hablaba de lo que mas le gusta, el deporte mas lindo del mundo, el mas practicado, ese que el enseña, el fútbol. Lleno de historias y vivencias se encuentra este personaje. Recordó sin mucho inconveniente y con orgullo, su participación en el ascenso al profesionalismo del Deportes Tolima, que anteriormente según cuenta Chelo se llama Boca Junios.

“a mil lleve el chontaduro a mil, cocinado y pelado a mil, chontaduro a mil, con miel y sal a mil…”. Ellos no se rendían, la idea no era pasar la tarde sin vender nada, la camioneta que los transportada caminaba a pasos de tortuga y de un momento a otro, el hechizo se rompió. Los de la ferretería Camila, ubicada al frente de la cancha, fueron los primeros compradores, luego la señora de la casa de enseguida, un joven que iba pasando, hasta don chelo se antojo de este afrodisíaco.



Repentinamente vuelve a aparecer con su bolillo en la mano, fija su mirada en la cancha arenosa, observa a don chelo y a los niños y se vuelve a ir, en menos de dos minutos aparece de nuevo, “leo, leo venga”, le grita un pequeño, pero es tímido y vuelve a irse, aparece de un momento a otro y dice con su voz de niño regañado y casi llorando, que esta preocupado porque no trajo su pito, sin decir nada mas se va a pasos agigantados, dirigiéndose a la tienda de la esquina.

La practica de los pequeños fue divertida don chelo no los presiona, “son pequeños, hasta ahora están comenzando, yo los acompañe porque ellos me dijeron que querían jugar”. Andrés Felipe insiste con las fotos y Javier solo sonríe, el entrenamiento ha llegado a su fin los balones a la bolsa y los niños a la casa.

Con caminado de reinas y cuadernos en sus manos pasan por el lado de los pequeños dos señoritas, Jonathan el mas grande del grupo le dice a una en tono de burla, “adiós patito”, eufórica la niña voltea el rostro y deja ver sus anteojos, y un “cállese idiota”, sale de una muy pequeña boquita.

Los chontaduros se alejan lentamente, por lo menos no fue tan mala la tarde para ellos, “don chelo” junto con los dos pequeños Javier y Andrés Felipe caminan por la calle y mientras el olor a chontaduro a mil se aleja, aparece el de las arepas con queso.




WILSON MONTAÑA
ANGÉLICA MAHECHA

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